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Sensor cadencia Garmin

Si estás armando tu equipo de ciclismo para salir a la ruta con todo lo indispensable, no debes olvidarte de tu sensor de cadencia Garmin. Será tu mejor amigo en los entrenamientos. Si no sabes qué es, te lo contaremos en este artículo, junto con muchos otros datos que debes tener en cuenta a la hora de adquirir uno.

Compatibilidad con Garmin

En materia de productos GPS, la marca Garmin se ha posicionado desde hace mucho tiempo como la opción líder. Abarcando la localización naval, aérea y terrestre, Garmin lleva más de tres décadas en la industria y se encuentra a la vanguardia del desarrollo de tecnología GPS.

Por este motivo, los complementos a sus dispositivos GPS, como el sensor de cadencia Garmin, también tienen la garantía de calidad característica de la marca.

Pero existen otras alternativas, que funcionan excelentemente con los dispositivos Garmin. Son sensores de cadencia que al compartir la misma forma de conexión, pueden enviar la información al dispositivo GPS y completar los registros de éste. Se vuelven una opción más accesible, sin disminuir la fidelidad.

Utilidad de un sensor de cadencia en el ciclismo

Cuando comenzamos a tomar el ciclismo como un deporte, y no un mero pasatiempo, es necesario empezar a proveerse del equipo más fundamental. Y en el ciclismo, la medición de ciertos datos es muy útil para evaluar nuestro entrenamiento.

Si no fuera así, no tendríamos un parámetro objetivo que nos indique si estamos progresando o si estamos estancados en el mismo lugar. La falta de criterio puede acarrear ciertos riesgos, como lesiones por sobrecarga de los músculos (en el caso de exagerar con el entrenamiento) o la pérdida de tiempo (por no tener un entrenamiento que nos exija de verdad).

Uno de esos parámetros a evaluar es la cadencia. Llamamos cadencia a la cantidad de veces que gira la manivela por minuto. Podríamos utilizar este valor para medir la velocidad que está desarrollando un ciclista. Pero es relativa también al engranaje en el que se encuentra la cadena y la circunferencia de la rueda. Además de medir este parametro también son muy útiles tener un sensor de velocidad y una cinta pulsómetro.

Se han hecho estudios en los que se demostró que una mayor cadencia se traduce en mayor flujo de la sangre en el músculo. Esto implica más oxígeno y por lo tanto, más ejercicio aeróbico. De esta manera se logra un mejor rendimiento del esfuerzo empleado.

En general, un ciclista con un entrenamiento común, puede tener una cadencia de 60RPM. Si hablamos de un ciclista de élite, los mismos pueden tener una media de 80 a 100RPM.

Cuál sea la cadencia ideal no es algo que pueda afirmarse objetivamente. Depende del objeto de nuestro entrenamiento y nuestro estado físico en ese momento.

Lo más importante de la cadencia es que con ese dato podemos conocer qué velocidad de pedaleo es más acorde con la potencia que poseemos. De este modo evitaremos la fatiga muscular. Pero además, podremos ir aumentando el valor progresivamente, para desarrollar la resistencia del músculo.

Con el entrenamiento adecuado, podremos engrosar esa cadencia hasta llegar a las marcas de los profesionales. De igual modo, cuando mejora tu condición física y tienes más potencia, logras con la misma cadencia desarrollar más velocidad.

Conociendo cuál es nuestro esfuerzo más eficiente, tendremos una herramienta que nos permitirá mantener una marcha rápida que no agote nuestras fuerzas.

Los sensores de cadencia pueden ir unidos a un sensor de velocidad, es decir, ser un mismo dispositivo que mide ambos valores. Esto es así porque su disposición es la misma, un aparato puesto en la horquilla de la bicicleta y un imán en la rueda. Al pasar el imán, el dispositivo contabiliza una vuelta del rodado.

Esto que dijimos antes corresponde a los modelos más antiguos. En la actualidad, los sensores de cadencia poseen un acelerómetro que mide el movimiento de nuestras piernas o de los pedales.

De este modo puede brindarnos el dato de cuántas revoluciones por minuto estamos desarrollando. Si unimos este valor al de la velocidad, tendremos un parámetro que nos indicará cuál es la velocidad de pedaleo que más nos rinde.

¿Dónde montar el sensor de cadencia?

Esto depende mucho del tipo de sensor que elijamos. La variedad en la forma de contar las revoluciones implica también diferencias en los lugares donde deben montarse.

Los sensores de cadencia que llevan imán, tienen que estar cerca de la rueda. Puede ser en la horquilla, por ejemplo. Y tener un imán puesto en la rueda, de tal manera que al girar marque cuando completó una vuelta entera.

Otros tipos de sensor de cadencia, al tener como método de registro un acelerómetro, pueden ir montados en distintos lugares. Algunos pueden estar al frente, en el marco e incluso existen modelos pequeños que se pueden llevar puestos en el calzado. Al tener un acelerómetro incorporado, pueden detectar el movimiento y contar cuántas vueltas dio la rueda por minuto.

Existen diversos sistemas de montaje, la mayoría son muy sencillos de instalar. Al no ser un dispositivo pesado, incluso pueden colocarse con una cinta adhesiva de doble cara. Como dijimos, depende del tipo de sensor de cadencia que elijamos.

Precisión con respecto a un GPS

Otra ventaja de los sensores de cadencia es que tienen mayor fidelidad en los datos expresados sobre la velocidad desarrollada que un GPS. El GPS puede brindarnos el valor aproximado, pero no tendrá tanto acierto como la medición de cuántas vueltas de rueda hemos alcanzado por minuto.

El GPS nos marcará la distancia y cuánto tiempo de viaje hemos hecho, con ello podemos calcular la velocidad que desarrollamos. Pero con el sensor de cadencia podemos saber por cuánto tiempo estuvimos yendo a determinada velocidad. Así, vamos a tener un panorama de nuestro rendimiento y resistencia.

La importancia de este dato más preciso reside en que de este modo podemos tener un indicio de nuestro progreso en los entrenamientos. Cuando nuestro músculo se vuelve más potente, la fuerza del pedaleo es mayor y genera más velocidad con el mismo esfuerzo. Esto es el resultado del entrenamiento continuo y planificado a través de metas progresivas.